LO QUE ME CABE EN LA MALETA

EL FABULOSO

Hoy en día, escuchar hablar de una fiesta o de un acto multitudinario nos suena raro, a algo del pasado, pero no hace tanto que se podía, y sin duda, esperamos que no falte mucho para volver a hacerlo. Y de una de esas fiestas os vamos a hablar en esta entrada. Y cómo muchas, descubiertas por el azar.

Mirando noticas en la red, sin mucho entusiasmo ni objetivo concreto, nos cayó en las manos, lo que en aquel momento no sabíamos, una auténtica joya. Hablaba la noticia de una fiesta temática que se iba a celebrar en Ibiza, El Fabuloso, donde Silvia Superstar celebraba el noveno aniversario de su local de la calle Estrella de Madrid (ahora Lucky Dragon), que contaría como invitados de honor a Carlos Areces, Lorena Castell y demás personajes de la noche kitsch madrileña. Todos los elementos empujaban a que nosotros quisiéramos estar allí. Se celebraba en Cova Santa, una discoteca con mucha zona exterior, lo que ellos denominaban Pool Party. En 5 minutos teníamos las dos entradas compradas para el 10 de Agosto, que casualmente, nos pillaba a ambos en la isla.

Sábado 10 de Agosto, un calor asfixiante, 4 de la tarde. Dos personas, ataviadas con ropa hawaiana y con muchas ganas de dejarse llevar por lo que nos encontráramos, esperando en una parada de bús, bajo las miradas del resto de usuarios, que pese a ser Agosto e Ibiza, miraban con asombro, intentando adivinar dónde iban esos dos locos.

El autobús nos dejó en medio de la carretera a Sant Josep. A la izquierda un camino asfaltado llevaba a un pequeño núcleo de varias casas, y al fondo, hacia la montaña, se veía la discoteca.

Fuente: Google.com

Nos dirigimos sin titubear, con una botella de agua que nos duró 200 metros, distancia que tardamos en arrancar a sudar con fuerza. La sensación era como cuando se abre la puerta del horno y te golpea en la cara. Y os preguntaréis por qué estábamos a esa hora allí. Pues porque el inicio de la fiesta lo habían puesto a las 5 de la tarde y nosotros no queríamos perdernos ni un minuto. Llegamos a la puerta, decenas de personas que corrían para arriba y abajo, acabando de dejarlo todo listo, y nosotros allí, con nuestras entradas en la mano, pensando que llegábamos justos, y ni siquiera eran la hora. Se miró el reloj el que estaba en la puerta, miró a su compañero, y ambos se encogieron de hombros, como diciendo, bueno, si quieren pasar ya… Y eso hicimos, entrar. Por supuesto éramos los primeros en llegar. La entrada es en cuesta y en cuesta sigue dentro, para llegar a una zona abierta en la que habían montados dos escenarios. Ese tramo costó hacerlo y nos llevó a tomar la decisión de ir a pedir nuestra primera cerveza e ir a una zona con sombra a resguardarnos hasta que empezase a llegar gente. 10 euros nos costó cada bebida, y nuestras miradas decían lo mismo, vamos a controlar el ritmo de pedir o a media tarde estamos desplumados.

Unas escaleras de piedra entre medio de lo que parecía una zona reservada para gente VIP y otra de restaurante, nos llevó a la parte más alta de la discoteca, en la que encontramos un lugar con sombra para resguardarnos y que nos daba visibilidad sobre los escenarios, para ir controlado que la gente llegaba. Ataviados con el típico collar hawaiano, degustamos la cerveza lentamente, por el precio que nos había costado. Pero qué queréis que os diga, ni sé tomármela así, ni con el calor que hacía podía ir a ese ritmo, así que decidí terminarla y pedir otra. Cuando se acabase el dinero ya veríamos… Solo me fui a pedir otra yo, porque mi pareja decidió dejarlo para un poco más tarde.

Poco a poco fue llegando gente, todos ataviados con estilo hawaiano y con ganas de pasarlo bien, muy bien. Los Djs pinchaban como si aquello estuviese petado de gente, y nosotros éramos espectadores desde nuestro lugar en la sombra, esperando a bajar a la pista en el momento adecuado. Y éste llegó no mucho más tarde, pues nos pareció que el número de personas que había era el adecuado, bueno, eso y que la barra de mojitos se había abierto y con un dos por uno y, debido el precio de la bebida, había que aprovecharlo.

Justo en ese momento empezó el espectáculo que presentaba Lorena Castells, el «bingo para señoras», una versión muy «sui generis» del juego. Entre música y baile se iban cantando números, y quien hacía línea se llevaba un regalo, en la mayoría de ocasiones poco útil, pero que se celebraba como si de un apartamento o un coche de lujo se tratase. Lorena actuaba como si de una vedette se tratara y el público estaba totalmente entregado. A una fiesta del Fabuloso se va a darlo todo.

Después del Bingo, y para no bajar la intensidad de la fiesta, tomó el relevo Carlos Areces en su versión Dj o «pinchadiscos». No sé si alguna vez habréis visto pinchar música a Carlos Areces, pero os aseguro que es un auténtico espectáculo. Para empezar, su repertorio va desde canciones como Mocatriz, de su grupo Ojete Calor a Smells like teen spirits de Nirvana, pasando por Bohemian Rapsody. Areces aprovecha cualquier objeto para usarlo de improvisado micrófono con el que hace playback de la canción que suene, acompañándola de una actuación acorde con la letra de la misma. Igual se sube en el taburete como se viene a la parte delantera del escenario donde es recibido como una estrella del rock.

Areces se tomó un respiro y aprovechamos para cenar una hamburguesa y visitar otro de los escenarios que habían montado, en el que sonaba música Indie española y que estaba notablemente menos concurrido. A pesar de eso, pinchaban buena música y sirvió para cambiar un rato de estilo de fiesta y bailar un poco.

La noche había avanzado lo suficiente como para no poder seguir en el exterior (además un corte de energía impedía seguir en el escenario). Así que nos fuimos a la discoteca interior a seguir con el espectáculo. Areces volvió a tomar las riendas de los platos y siguió con su recital, dándolo todo, fresco como si llevase diez minutos. Nosotros aguantamos hasta casi las 3 de la mañana, pero las horas, el calor que hacía, el alcohol y la falta de dinero pudieron con nosotros. Nos íbamos a casa, satisfechos y habiendo disfrutado una barbaridad tras 10 horas de festival.

Casi dos meses después andábamos de visita por Madrid, y descubrimos que el último Viernes de cada mes, en la Sala Sol, se celebraba la fiesta de el Fabuloso Club, y que además iba a estar a los mandos de los platos Carlos Areces. No nos lo podíamos perder bajo ningún concepto. Ya conocíamos qué nos íbamos a encontrar, pero nos apetecía verlo en otro contexto, en un local, con otro tipo de público. Y como en la otra ocasión, no defraudaron y Areces estuvo como siempre, descomunal, con sus interpretaciones de las canciones que pinchaba. Otra gran noche, y nuestra primera noche de fiesta en Madrid.

Cuando la vida vuelva a parecerse a la de Febrero 2020, y se pueda volver a salir por las noches, desde aquí os recomendamos que si sois de Madrid o vais a la capital de viaje, reservéis la noche del último Viernes del mes para ir a la fiesta del Fabuloso Club, no os arrepentiréis.

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