LO QUE ME CABE EN LA MALETA

CASA BATLLÓ, BARCELONA

¿Alguna vez habéis intentado entrar en la mente de un genio? Pues eso es lo que ha tratado de hacer Refik Anadol.

A través de una experiencia audiovisual en la que se usan los 5 sentidos, tras una visita por la Casa Batlló, el artista turco trata de que entres en la mente Antoni Gaudí, usando los colores y las formas que el genio de Riudoms tenía en la cabeza y que usó en todas sus obras, inspirándose la mayoría de las veces en la naturaleza.

Bajo el nombre de «10 D Experience» se ofrece al visitante una auténtica experiencia sensorial y extrasensorial para que trates de conocer un poco más, desde dentro, al genial arquitecto.

Pero vayamos a los orígenes de la Casa Batlló. El edificio se construye en 1877, por Emilio Sala Cortés, profesor de arquitectura de Antoni Gaudí.

En 1903 el edificio lo adquiere D.Josep Batlló i Casanovas, un industrial textil propietario de varias fábricas en Barcelona y destacado hombre de negocios. Pero Batlló quiere reformar el edificio y le encarga el proyecto a Antoni Gaudí, al que le otorga total libertad creativa.

En un principio le encarga que derribe el edificio, pero el arquitecto, gracias a su audacia, desestima esa opción y emprende una reforma integral que duró de 1904 a 1906. Gaudí cambió completamente la fachada, redistribuyendo la tabiquería interior, ampliando el patio de luces y haciendo de su interior una obra de arte, en el que se mezcla la arquitectura con la naturaleza.

La casa es sueños, imaginación, naturaleza, la casa es Mediterráneo. Además de ser una obra de arte, el edificio tiene una gran funcionalidad y hay quien ve elementos precursores de la vanguardia arquitectónica de finales del Siglo XX.

La Casa Batlló dejó de pertenecer a la familia Batlló en la década de los 50. Fue pasando por manos de diferentes empresas hasta que en la década de los 90 recayó en las de la familia Bernat, actual propietaria y responsables de la restauración íntegra de la Casa.

En 1995 la casa se abre a la sociedad, presentándola al mundo y ofreciéndola para eventos. En 2002, Año Internacional Gaudí, empezó a acoger visitas culturales que hoy en día siguen desarrollándose. En 2005 fue declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO. Hoy en día recibe 1 millón de visitas al año, siendo un icono de la ciudad de Barcelona y pieza clave para entender la obra del genial arquitecto.

Nosotros compramos las entradas por la web. Para residentes en Barcelona y del resto del Estado español la entrada cuesta la mitad del precio, y el día de la visita tuvimos que esperar en la puerta unos 5 minutos, ya que están programadas por horas para no aglomerarse en el interior.

Una vez que entras, y tras bajar unas escaleras, te encuentras con «GAUDÍ DÔME: LA INSPIRACIÓN DEL GENIO» de Miguel Alonso. Una sala inmersiva, con más de 1.000 pantallas para acercarte a los orígenes de la genialidad de Antoni Gaudí. Este origen nace ya de pequeño y su conexión con la naturaleza.

Con 21 canales de audio que recrean sonidos de la naturaleza y 38 proyectores que son responsables de las proyecciones volumétricas que inundan de magia esta instalación de videoarte. Esta sala, ubicada en las antiguas Carboneras del edificio, ofrece un espectáculo de expresiones y sensaciones audiovisuales. La verdad es que se te ponen los pelos de punta con la combinación de sonidos e imágenes y te llevan a entrar en la mente del joven Gaudí.

GAUDÍ EXPERIENCE

Cuando sales de la sala y sigues el camino que te marcan las flechas, uno de los empleados te facilita unos auriculares inalámbricos en los que te irán comentando las características de las estancias y rincones que irás visitando, y te explican como utilizarlos y te dan a elegir el idioma del audio.

Está disponible en 15 idiomas para que ninguno de los visitantes de todo el mundo que va se pierda ni un solo detalle. La banda sonora creada exclusivamente para Casa Batlló por la compositora Dani Howard e interpretada por la Filarmónica de Berlín, la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín y la Deutsche Oper Berlín, bajo la dirección de Pablo Urbina, acompaña a las explicaciones sobre las estancias que vas visitando.

Un algoritmo interpreta el ritmo de cada persona para ofrecerte una visita personalizada. Te colocas los auriculares y ahora sí empiezas la visita al edificio.

Lo primero que te encuentras es la portería. La familia Batlló tenía la idea de ocupar la primera planta y el resto alquilarlas a inquilinos. La portería consta de un pequeño cuarto al uso y está el ascensor. Una escalera, con los detalles diseñados por el propio Gaudí te da acceso a la primera planta y al resto.

Cuando llegas al principal, lo primero que te encuentras es una sala que fue el despacho de Josep Batlló, en el que atendía sus asuntos empresariales. Junto a éste encontramos el salón, dividido en tres partes que pueden abrirse para tranformarse en una sola estancia.

Destaca una chimenea y un gran ventanal con vistas al Passeig de Gràcia, ya en aquellos entonces, centro neurálgico de la ciudad y en el que el día de Sant Jordi se engalanaba con rosas, la protagonista del día. Un sistema de poleas ideado por Gaudí, que también pudimos ver en el Capricho de Gaudí, hace que la luz pueda entrar o dejar a oscuras la sala. Ambas estancias están llenas de detalles y el techo tiene unas imponentes lámparas. Cada rincón tiene un detalle que te hace recordar un aspecto de la naturaleza.

Un largo pasillo distribuye las habitaciones en las que dormía la familia Batlló y al fondo el comedor en el que la familia junta comía y los más pequeños de la casa jugaban en el suelo. Desde el comedor se puede salir a un patio que a ambos lados tiene sendas claraboyas y frente a la puerta un mosaico, tan icónico en la obra de Gaudí, hecho con trozos de azulejos de restos de otras obras.

Desde el patio se pueden ver los edificios contiguos, conocida como la manzana de la discordia, pues los edificios fueron construidos por diferentes arquitectos de renombre de la época.

En las escaleras que llevan a plantas superiores, la barandilla que separa del patio de luces, está hecha con cristal y si te acercas y tratas de mirar a través de él, la sensación es la de estar mirando a través del agua con el efecto del cristal junto con los azulejos azules de las paredes del patio de luces. En cada rellano hay una puerta a cada lado, puertas diseñadas por el mismo Gaudí, así como las letras que hay encima de ellas, creando una caligrafía única y especial para este edificio.

Llegamos a la planta en la que están las estancias relacionadas con el servicio. Encontramos una sala de la plancha y el lavadero donde, a través de recreaciones audiovisuales, nos podemos hacer una idea de cómo se trabaja en aquella casa. En estas plantas los pasillos son estrechos con columnas en forma de arcos.

De esta planta se accede a la azotea, tan típicas de las edificaciones de la ciudad. Se hace por una escalera de caracol con barandilla de forja. En medio de la azotea está la claraboya que nutre de tanta luz al edificio.

Una de las carcaterísticas de esta azotea son las 27 chimeneas que hay, todas ellas decoradas con formas y colores tan características de la obra del arquitecto. Otra de las características que destacan en este espacio abierto es la estructura que recrea la leyenda de Sant Jordi. Lo que representa la escama de un dragón y una cruz de cuatro brazos que simboliza la espada del caballero que le vence.

Nada está hecho ni puesto al azar. En este espacio encontramos un cuarto que no es baladí, pues en él estaba el depósito de agua que suministraba a toda la construcción. Las vistas desde la azotea son simplemente espectaculares, puedes contemplar gran parte de Barcelona.

Otras escaleras de caracol te llevan a una especie de desván, lo que sería las entrañas del dragón. Esta estancia también están rematadas con columnas en forma de arcadas, son espacios amplios y diáfanos, en los que ahora encuentras alguna maqueta del edificio.

Un nuevo núcleo de comunicación vertical, diseñado por el arquitecto japonés Kengo Kuma e iluminada por Mario Nanni, convirtiéndola en una obra de arte, te lleva al «Gaudí Cube», un cubo LED de 6 caras, obra de Refik Anadol titulado «En la mente de Gaudí» que invita a descubrir los secretos de Gaudí desde el interior de su mente. Una experiencia que dura alrededor de tres minutos, por grupos de una veintena de personas.

Antes de entrar, uno de los miembros del staff de la Casa Batlló te ofrece un trocito de una planta, Acmella, conocida como planta de los dientes por su contenido analgésico, y utilizado frecuentemente para aliviar el dolor dental. Te recomiendan que la mastiques cuando entres y los efectos se produzcan en el transcurso de la experiencia en el cubo.

Avanzados procesadores de machine learning han conseguido descifrar los patrones constructivos, las estructuras biométricas y la lógica de diseño que se encuentra oculta entre toda esa información. Permite al artista turco entender la huella que Gaudí ha dejado en la humanidad para descifrar su mente, imaginar sus sueños, experimentar el mundo a través de sus ojos y descubrir el interior y la genialidad de un artista que siempre ha tenido un halo de misterio a su alrededor.

Con esta increíble experiencia termina la visita a la Casa Batlló, salvo que quieras parar en «Simbòlic», la nueva tienda, con acceso también desde la calle, diseñada por el interiorista Lázaro Rosa-Violán. Esta tienda ofrece una selección de productos inspirados por los principios de diseño de Gaudí, fusionando artesanía e innovación.

Cabe decir que esta exposición en la Casa Batlló ha levantado ampollas en ciertos sectores que defienden que la Casa Batlló no se debe prestar a este tipo de espectáculos más propios del circo o de un parque de atracciones temático, pero en nuestra opinión, la tradición y la cultura no tiene que estar reñida con la innovación y la tecnología, y os recomendamos que hagáis esta visita, pues te acerca un poco más a la obra de Antoni Gaudí al intentar entrar en sus sueños y pensamientos.

Desde luego, nos llevamos esta experiencia en nuestra maleta.

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