LO QUE ME CABE EN LA MALETA

ASADOR ORDOKI

El restaurante Asador Ordoki es de esos lugares en los que expectativas y resultado final coinciden. Está ubicado en Arizkun, uno de los 15 pueblos que conforman el Valle de Baztán, con una población de poco más de 500 habitantes, de camino entre Elizondo y Erratzu.

Andábamos por la zona tras nuestra ruta a la cascada de Xorroxín y la caminata nos había abierto el apetito. Las referencias eran buenas y no lo dudamos.

El lugar

El Asador se encuentra junto a la carretera, y al otro lado hay un prado con caballos sueltos. Tiene terraza exterior, con una carpa que la cubre, y que le da un aire más resguardado al estar tan cerca de la carretera.

Una vez dentro del local, lo primero que te encuentras es la zona de bar. Un puñado de mesas frente a la barra y unas cuantas más frente a la puerta que da acceso al comedor. Una televisión encendida, con noticias normalmente, pero que no hace mucho caso casi nadie, salvo algún parroquiano.

En el bar se pueden comer platos combinados, cazuelas o raciones, y bocadillos o pizzas.

Al pasar la puerta del comedor, lo que te encuentras es un salón muy grande, con la cocina a la izquierda, desde donde salen los camareros con los platos, y el asador a la derecha, donde Txus, el cocinero, se encarga de las brasas. Al fondo del salón está el baño, con lo que además de grande, el salón está distribuido de forma cómoda para los trabajadores y los comensales.

Las mesas y sillas de madera, clásicas, hace que sea cómodo comer allí pues hay mucho espacio entre comensal y comensal.

María, la propietaria también sirve mesas, eso hace que el ambiente sea confortable y familiar.

Una cosa característica del Asador Ordoki es el olor del chuletón de buey de Baztan, aquí la brasa siempre está encendida. Además de carne, siempre cuentan con 5 menús diferentes a unos precios muy ajustados.

Además de comer mucho y bien, en Asador Ordoki también se bebe bien. Allí se elaboran licores a base de frutas silvestres, plantas y raíces aromáticas. No te puedes ir sin haber bebido un «txupito».

Nuestra Experiencia

La comida

Antes de pasar a comer nos tomamos una cerveza en la terraza, en la zona habilitada con una carpa. Posteriormente entramos al comedor dispuestos a comer tan bien como las expectativas indicaban.

Nos situaron en una mesa cerca de la entrada al comedor, mesa grande, como para cuatro comensales, por lo que íbamos a estar cómodos y espaciosos. Son dos cosas que cuando uno va a comer se deberían tener en cuenta, pues los detalles hacen que una comida sea agradable o no.

Nos trajeron las cartas y una jarra de agua. Enseguida lo tuvimos claro y pedimos.

Ensalada de Gulas

Generosa y sabrosa ensalada, como suelen ser en esta zona. Un primer plato que muchos ya dejarían como único. Aquí tienes que venir con hambre.

Ensalada de gulas

Revuelto de hongos

Presentado en una cazuelita de barro, abundante revuelto de hongos con huevos. Plato contundente para empezar.

Revuelto de hongos

Solomillo de ternera y Confit de pato

Dos platos principales de carne, a la brasa el solomillo, la especialidad de este restaurante. Todas ellas con una buena guarnición, en la que el pimiento rojo nunca puede fallar, producto tan típico de esta zona.

Dos platos principales para dejarte completamente lleno y con la sensación de haber comido muy bien. Abundante y gustosa comida. La verdad es que nos quedamos muy satisfechos.

Postres

Como no podía ser de otra manera, en Asador Ordoki tienen una variedad de postres caseros, algunos de ellos típicos de la zona, y pedimos dos diferentes para compartir.

Riquísimos. La guinda perfecta para coronar un festival de comer en cantidad y calidad.

Tras comer, y como es costumbre en Navarra, hicimos una buena sobremesa, con cafés y algún licor, para que la comida se vaya asentando, antes de salir a conocer un poco el entorno.

El entorno

Después de comer fuimos a dar un paseo por el entorno del restaurante, el barrio de Ordoki, por el que discurre el río Bidasoa (Baztán a su paso por el Valle).

Nos encontramos con el puente de Berro, uno de los muchos que cruzan el río en su discurrir. Como la mayoría de ellos, este puente de piedra es precioso, y bajar a hacer una foto, a pesar rasparse con algunas plantas, mereció la pena.

Baztán deja estampas preciosas, sobre todo cuando la luz se cuela por entre las hojas de los árboles, dejando entrever diferentes tonos verdosos. Baztán enamora.

Puente de Berro

¿Sabías qué?

En Bozate, barrio de Arizkun, sobrevuela aún la leyenda de los Agotes. Pero, ¿quiénes fueron los Agotes? El origen es confuso, se remonta al siglo XII. Algunas teorías dicen que son descendientes de los visigodos. En occitano la palabra «cas gots» significa «perros godos», originando la palabra «casgots», nombre por el que se les conocía en el País Vasco francés, uno de los lugares en los que se ubicaron junto con los Valles de Baztán y Roncal, Gipuzkoa y algunos pueblos de Aragón.

Eran artesanos de la madera y la piedra. Posteriormente también trabajaron el metal. Durante siglos fueron acusados de mantener prácticas religiosas paganas, siendo relegados a la zona bajo el coro en las iglesias.

Fueron tratados como raza inferior. Se les prohibió contraer matrimonio con el resto de la población, condenándolos a la endogamia. Vivían fuera de los núcleos habitados, obligados a vestir ropas identificativas, en las que llevaban un signo rojo en forma de huella de pato.

Se les acusó de contagiar la lepra, y por ello se les obligaba a llevar un campana para hacerla sonar a su paso y que la gente se pudiera apartar.

Se les atribuían rasgos físicos distintivos, como la falta del lóbulo de la oreja.

Esta discriminación duró hasta 1819, cuando las cortes de Navarra derogaron las leyes discriminatorias medievales, si bien en Bozate duró hasta bien entrado el siglo XX.

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